En octubre de 1914, el Padre José Kentenich y un grupo pequeño de seminaristas se reunieron en una capillita, y le pidieron a la Virgen María que descendiera y lo convirtiera en un lugar de gracias. Sellaron así “UNA ALIANZA DE AMOR” con María. El P.Kentenich y los jóvenes, se comprometían a demostrarle su amor haciendo un serio esfuerzo por su santificación y por el cumplimiento fiel de su deber. Esto quedó expresado en el lema: “Nada sin ti, nada sin nosotros”.

Una misión recibida en la Alianza de Amor para ayudar a la Iglesia a renovar el mundo en Cristo y María. Una misión para la formación de un hombre nuevo que busca plasmar la realidad de acuerdo al querer de Dios. Y una comunidad nueva, formada por personalidades autónomas, unidas por el vínculo del amor que nos hace responsables unos de otros. Una misión, también, de promover la unión de las fuerzas apostólicas en todos los campos, para afrontar en común el desafío y la tarea evangelizadora que presenta la realidad actual de la Iglesia.

Espiritualidad como camino original dentro de la Iglesia. Una espiritualidad con tres dimensiones esenciales: Alianza de Amor, Conciencia de instrumento y Santificación de la vida diaria. Espiritualidad que se fundamenta en la fe práctica en la divina Providencia como elemento esencial del carisma de Schoenstatt: aprendemos a descubrir la voluntad de Dios en la vida y en los acontecimientos, y nos esforzamos por responder filial y eficazmente. La respuesta dada a Dios es una respuesta de amor. Esto constituye una manera contemporánea de santidad de la vida diaria.

Educar es servir desinteresadamente a la vida y a la originalidad de las personas. Es despertar vida no solo con la palabra sino con el ejemplo y por la fuerza del amor. Aspiramos a forjar personalidades auténticas. La gracia se une a un vigoroso movimiento de educación. Schoenstatt tiene su propia pedagogía. Pedagogía que nace del corazón y la experiencia del Padre Kentenich.