El Santuario de Schoenstatt en Pozuelo de Alarcón fue el punto de partida de una emotiva celebración conjunta de Corpus Christi, que reunió a las seis parroquias del municipio con motivo del Jubileo de la Esperanza. La celebración congregó a cerca de 1.000 personas, procedentes de las distintas comunidades parroquiales, que caminaron unidas en una sola fe.
La elección del Santuario como inicio de la procesión fue acogida con profunda alegría por la Familia de Schoenstatt local, que vio en esta oportunidad un llamado a ponerse al servicio, como María, y abrir generosamente las puertas de la Casa de la Madre.
Todo fue preparado con cariño y dedicación para recibir a los peregrinos. El Santuario y su explanada se transformaron en un espacio sagrado de comunión fraterna. Como expresión concreta de fe y belleza, la Familia de Schoenstatt también se movilizó para confeccionar, por primera vez en el Santuario, una colorida y tradicional alfombra de Corpus Christi — un gesto presente en muchas regiones del mundo católico. La iniciativa atrajo la curiosidad de muchos niños, que siguieron con entusiasmo su elaboración. Al final, fueron invitados a dejar las marcas de sus pequeñas manos en la alfombra: un gesto sencillo y conmovedor, que preparó el camino por donde Jesús Sacramentado pasaría, dando inicio a la procesión por la ciudad.
La Casa de la Madre se adornó con belleza, sencillez y espíritu de oración, lista para recibir a todos los que llegaban para la Santa Misa — especialmente a los niños, que, vestidos con sus ropas de Primera Comunión, ocuparon un lugar de honor y participaron con gran devoción, expresando con gestos simples la pureza y la fe en Jesús Sacramentado.
La celebración de la Santa Misa dio inicio a la tarde festiva y soleada, marcada por un profundo sentido de comunión. La presencia de María se sintió de manera especial como aquella que une a todos y prepara el camino para su Hijo. La Familia de Schoenstatt vivió su misión de ser “Corazón de la Iglesia” a través del servicio, la hospitalidad y la alegría en la acogida.
Justo después de la Eucaristía, la procesión con el Santísimo Sacramento recorrió, al son de una banda, las calles dedicadas a grandes pontífices como San Pablo VI y San Juan Pablo II, pasando por bellos monumentos preparados por cada una de las parroquias. El ritmo solemne de la música acompañó la caminata de los fieles, creando un ambiente de oración, reverencia y fiesta.
El recorrido concluyó con un momento de adoración en las inmediaciones de la Avenida de Juan XXIII, donde, de manera festiva, los fieles junto a sus pastores finalizaron este momento de gracias especiales para el municipio.
Esta celebración fue mucho más que un evento religioso: fue una verdadera expresión de comunión y misión compartida. Para la Familia de Schoenstatt, fue una oportunidad concreta de vivir la Alianza de Amor de forma apostólica, sirviendo a la Iglesia local con espíritu mariano.
Con gratitud y corazones llenos de esperanza, todos expresaron el deseo de que esta experiencia se repita el próximo año — como señal de una Iglesia viva, que camina unida con Cristo
Eucarístico, bajo la mirada amorosa de María.
Douglas y Vivian Moser
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